Después de las elecciones, un asesor del PRO escribió en un artículo publicado en el Diario La Nación, y decía que en la primera vuelta “ganó la rebeldía”. Allí definía a los electores como aquellos que osan “meterse en política” a pesar de las “mafias políticas”. Cierto es que el PRO es una organización política que poco se parece a los tradicionales partidos políticos. Aunque si en algo se parece el macrismo a los partidos tradicionales, es en la base clientelar y las relaciones íntimas con esa “mafia política” de la que reniega el asesor del PRO, Alejandro Rozitchner.
Sin duda alguna, Jaime Durán Barba supo interpretar la crisis de la representación política argentina lo que él resume en que hay un bajo interés del electorado por los partidos políticos. La propuesta del consultor a sus clientes argentinos fue la creación de una marca, una marca no-partidaria, detrás del partido Alianza Propuesta Republicana. Al igual que toda marca comercial comparte el acento en la estrategia comunicacional. Al igual que toda construcción política tiene las mismas muletillas que caracterizan a los partidos políticos tradicionales: los punteros, las “bajadas”, el “trabajo en el territorio”, el “apriete”, etc. Lo que a algunos les confirma que, en nuestro país, toda construcción política que se reclame electoralmente exitosa debe tener un componente esencial: una base clientelar.
Este componente esencial, el clientelismo, está ligado a la situación de la población de bajos ingresos, que en la Ciudad de Buenos Aires se focaliza en el sur. Esta zona de la Ciudad también es foco de un gran despliegue político-territorial, con punteros de todas las marcas.
Algunos militantes barriales opositores dicen que la “militancia del PRO es sucia” y desleal, hasta el punto de no tener límites. A Emilia, como llamaremos a esta vecina de un barrio del sur porteño, le dijeron que “la asignación (Universal por Hijo) era del gobierno de Macri”. “Desde el CGP me mandaron que hable con el sindicato (de gastronómicos), que ahí me la iban a gestionar” comenta Emilia, de 45 años y con 2 hijos pequeños. En el gremio que conduce Dante Caamaño le “asignaron” un “gestor” y le dijeron que si conseguía trabajo que no acepte estar en blanco porque sino no iba a cobrar más. Días antes de las elecciones vinieron a buscarla, para que vaya a votar así no se “cae el plan” (por la AUH). Le “sugerían” que la opción para evitar que se “caiga” la asignación era el actual jefe de gobierno.
La realidad del territorio se empecina en contrariar al asesor, uno de los principales motivadores de los equipos del PRO junto con conductor radial Ari Paluch. Rozitchner plantea contradictoriamente un “proyecto sincero” aunque no asume las prácticas territoriales de su partido.
La avanzada discursiva no-partidaria se perfila como un movimiento táctico para solapar las contradicciones de las formas tradicionales de hacer política. En un contexto mediático de "crispación", la misión de los consultores es forjar un líder político distinto, farandulero, piola, que se muestre reacio al enfrentamiento político y al cruce de acusaciones.
Los consultores buscan exhaustivamente delinear qué determinantes pesan sobre las opciones de los electores. Allí notaron que “el público electoral” no recibe bien a los candidatos apoyados por los partidos tradicionales. En ello recula el consultor ecuatoriano en la sugerencia estricta a Macri de no aceptar el apoyo de Duhalde. La negativa del jefe de gobierno de reconocer públicamente sus alianzas, solo abarca el plano mediático-electoral, aunque es férreo el compromiso con el caudillo bonaerense en otros dos campos de batalla: el parlamentario y el territorial.